XXXIX
1. Jesús prosiguió hablando.
2.
Y dijo a sus discípulos: Cuando yo venga en la luz para predicar a
todo el mundo, decidles: No dejéis noche ni día de buscar hasta que
hayáis encontrado los misterios del reino de la luz.
3.
Porque ellos os purificarán y os llevarán al reino de la luz.
4.
Y decidles: renunciad al mundo y a cuanto hay en él.
5.
Y a todas sus sevicias, y a todos sus pecados, y a todas sus gulas.
6.
Y a sus discursos todos, y a cuanto hay en él, para que seáis
dignos de los misterios de la luz.
7.
Y para que seáis preservados de los suplicios reservados a aquellos
que se han separado de los buenos.
8.
Y decidles: Renunciad a la murmuración, para que seáis preservados
del ardor de la boca del can.
9.
Y decidles: Renunciad a la obediencia, para que seáis librados del
ardor de la boca del can.
10.
Decidles: Renunciad al juramento, para que seáis dignos de los
misterios de la luz.
11.
Y para que seáis librados de los suplicios de Ariel.
12.
Decidles: Renunciad a la lengua embustera, para que seáis dignos de
los misterios de la luz.
13.
Y para que seáis preservados de los ríos ardientes de la boca del
can.
14.
Decidles también: Renunciad a los falsos testigos, para que seáis
dignos de los misterios de la luz.
15.
Y para que seáis librados y preservados de los ríos ardientes de la
boca del can.
16.
Decidles: Renunciad al orgullo y a la vanidad, para que seáis dignos
de los misterios de la luz.
17.
Y para que seáis preservados de los abismos de fuego de Ariel.
18.
Y decidles: Renunciad al amor propio, para que seáis dignos de los
misterios de la luz.
19.
Y para que seáis salvados de los suplicios del infierno.
20.
Renunciad a la elocuencia, para que seáis dignos de la luz.
21.
Y para que seáis preservados de las llamas del infierno.
22.
Renunciad a los malos pensamientos, para que seáis dignos de los
misterios de la luz.
23.
Y para que se os preserve de los tormentos del infierno.
24.
Renunciad a la avaricia, para que seáis dignos de los misterios de
la luz.
25.
Y para que se os libre de los arroyos de humo de la boca del can.
26.
Renunciad al amor del mundo, para que seáis dignos de los misterios
de la luz.
27.
Y para que seáis salvados de las vestes de pez y de las llamas de la
boca del can.
28.
Renunciad a las rapiñas, para que seáis dignos de los misterios de
la luz.
29.
Y para que seáis preservados de los arroyos de Ariel.
30.
Renunciad a las malas palabras, para que seáis dignos de los
misterios de la luz.
31.
Y para que seáis salvados de los suplicios del río de humo.
32.
Renunciad al engaño, para que seáis dignos de los misterios de la
luz.
33.
Y para que seáis preservados de los mares de fuego de Ariel.
Jesús
continúa predicando a sus discípulos
XL
1. Renunciad a la crueldad, para que seáis dignos del misterio de la
luz.
2.
Y para que seáis preservados de los suplicios de las fauces de los
dragones.
3.
Renunciad a la cólera, para que seáis dignos de los misterios de la
luz.
4.
Y para que seáis librados de los ríos de humo de las fauces de los
dragones.
5.
Renunciad a la desobediencia, para que seáis dignos de los misterios
de la luz.
6.
Y para que seáis preservados de Jaldabaóth y de los ardores del mar
de fuego.
7.
Renunciad a la cólera, para que seáis dignos del misterio de la
luz.
8.
Y para que seáis preservados de los demonios de Jaldabaôth y de
todos sus suplicios.
9.
Renunciad al adulterio, para que seáis dignos del misterio de la
luz.
10.
Y para que seáis preservados del mar de azufre y de la fauce de
león.
11.
Renunciad a los homicidios, para que seáis dignos de los misterios
de la luz.
12.
Y para que seáis preservados del archón de los cocodrilos, que es
la primera de las criaturas que están en las tinieblas exteriores.
13.
Renunciad a las obras perversas e impías, para que seáis dignos del
misterio de la luz.
14.
Y para que seáis preservados de los archones de las tinieblas
exteriores.
15.
Renunciad a la impiedad, para que seáis dignos de los misterios de
la luz.
16.
Y para que seáis preservados del llanto y del rechinar de dientes.
17.
Renunciad a los envenenamientos, para que seáis dignos de los
misterios de la luz.
18.
Y para que seáis salvados de la gran helada y el granizo de las
tinieblas exteriores.
19.
Renunciad a las blasfemias, para que seáis dignos de los misterios
de la luz.
20.
Y para que seáis defendidos contra el gran dragón de las tinieblas
exteriores.
21.
Renunciad a las malas doctrinas, para que seáis dignos de los
misterios de la luz.
22.
Y para que seáis preservados de todos los suplicios del gran dragón
de las tinieblas exteriores.
23.
Y decid a quienes predican y a quienes escuchan malas doctrinas:
¡Malhaya vosotros!
24.
Porque si no os arrepentís de vuestra malicia, caeréis en los
tormentos rigurosísimos del gran dragón y de las tinieblas
exteriores.
25.
Y nada en el mundo os rescatará hasta la eternidad.
26.
Sino que seréis sin existencia hasta el fin.
27.
Y decid a quienes descuidan la doctrina de la verdad del primer
misterio: ¡Malhaya vosotros!
28.
Porque los suplicios que habéis de experimentar superarán a los que
experimenten los demás hombres.
29.
Y permaneceréis entre la nieve, en medio de los dragones, en las
tinieblas exteriores.
30.
Y nada podrá rescataros hasta la eternidad.
31.
Y decidles: Amad a todos los hombres.
32.
Para que seáis dignos del misterio de la luz y para que os elevéis
en el reino de la luz.
33.
Sed dulces, para que podáis recibir el misterio de la luz y elevaros
al misterio de la luz.
34.
Asistid a los pobres y a los enfermos, para que os hagáis dignos de
recibir el misterio de la luz y os podáis elevar al reino de la luz.
35.
Amad a Dios, para recibir el misterio de la luz y llegar al reino de
la luz.
36.
Sed caritativos, para que recibáis el misterio y lleguéis al reino
de la luz.
37.
Sed santos, para recibir el misterio de la luz y elevaros al reino de
la luz.
38.
Renunciad a todo, para ser dignos del misterio de la luz y elevaros
al reino de la luz.
39.
Porque éstas son las vías de los que se hacen dignos del misterio
de la luz.
40.
Y cuando halláis hombres que renuncien a cuanto constituye el mal y
practiquen lo que yo digo, transmitidles los misterios de la luz, sin
ocultarles nada.
41.
Y cuando fuesen pecadores, y cometiesen los pecados y faltas que os
he enumerado, dadles también los misterios, para que se conviertan y
hagan penitencia, y no les ocultéis nada.
42.
Porque yo he traído los misterios a este mundo para remitir cuantos
pecados han sido cometidos desde el principio.
44.
Y por eso os he dicho que no he venido para llamar a los justos.
45.
Yo he traído los misterios para remitir los pecados de todos, y para
que todos sean llevados al reino de la luz.
46.
Porque estos misterios son un don del primer misterio para borrar los
pecados de todos los pecadores.
Para más información acerca de lo transmitido, leer el evangelio gnóstico de San Valentino.
Porque la sabiduría es verdadera... y pura, de Cristo y para todos los que se arrepientan y quieran enderezar sus sendas... Amén :)